El ser humano consta de tres dimensiones en su identidad, que son: cuerpo, mente y espíritu.

El cuerpo lo podemos regular mediante prácticas físicas como son la nutrición y el deporte.  Es obvio que si tienes y practicas hábitos de vida saludables conseguirás un nivel de vida físico confortable que reforzará tu autoestima.

La mente la podemos domar mediante la eliminación de creencias arraigadas y la suplantación por otras nuevas que nos ayuden a tener esos pensamientos positivos que nos llevarán a actitudes que favorezcan los hábitos que nos ayudarán a vivir de un modo ordenado, en paz y equilibrio. Podemos decir que su dimensión es social y su nivel de acción el analítico.

Cuando llegamos al ámbito espiritual estamos hablando de una esencia inmaterial ligada a la idea de trascender como persona, de conectar con las capacidades más elevadas.  Con lo más permanente y atemporal que determina y rige al mundo y desde esa sabiduría, resolver las cosas más mundanas. 

Cuando conseguimos ese nivel de autoconocimiento a través de lo que somos en esencia, nos invade una paz y sosiego indescriptible y difícilmente perturbable.  Cuando algo de nuestro entorno nos crea situaciones a resolver, las podemos trascender sin que nada ni nadie nos saque de nuestro centro. Nos da la certeza y  seguridad de que cualquier cosa que nos suceda, positiva o no, son servirá para crecer  y aprender como ser humano.

Si decides optar por este servicio tu cambio va a ser rotundo. Desde aquí nunca más volverás a ser el/la mism@.  Entenderás por qué y para qué tuvieron que ocurrir situaciones en tu vida, aprenderás a verlas con nuevos ojos y así, dibujarás un nuevo mañana, sereno y abundante.